jueves, 30 de junio de 2016

Cómo fomentar la autonomía al estilo Montessori

Que los niños sean independientes parece ser uno de los principales objetivos de la crianza tradicional. De hecho, entre los principales argumentos que se tienen en contra de la crianza con apego están los que auguran que el niño jamás será capaz de despegarse de sus padres, que siempre pedirá que lo carguen en brazos o que jamás saldrá de la cama de los padres si se hace colecho. 

Nosotros hemos hecho una mezcla de muchas corrientes. En general empezamos con la crianza con apego, hemos porteado, le di el pecho hasta que se destetó por sí mismo un poco antes de los dos años, y todavía duerme con nosotros parte de la noche. Hemos elegido hacer con él las cosas que consideramos que le dan seguridad emocional, y hemos elegido fomentar su independencia de otras maneras. 


Uno de los primeros artículos que compartí con mi marido fue este: 11 formas de fomentar la autonomía de los niños inspiradas en el método Montessori de la fantástica web española de Tigriteando. En esta web su autora nos cuenta como están aplicando el método Montessori en el día a día de su familia. 

Algunas de estas cosas las hemos aplicado en nuestra vida y otras no. Algunas las acabamos de empezar a aplicar, pero de forma aun no constante. Muchos de los artículos que he leído me dan un objetivo, un ideal al que aspirar, pero eso no quiere decir que lo consiga aplicar al cien por cien. A veces con tener la intención presente en las decisiones que tomamos con el peque es suficiente.

De todas las formas de fomentar la autonomía de los niños que nombra Tigriteando, estas son las que hemos aplicado nosotros y cómo nos ha ido hasta ahora:

1. Vestirse: Con esta estamos empezando ahora que tiene dos años y medio. Hasta ahora cuando he podido le he animado a que se desvista solo dentro de sus posibilidades (quitarse los zapatos, o los calcetines, bajarse el pantalón, ...) . Y desde muy bebé le he pedido ayuda para vestirlo ("Mete el pie aquí", "sube el bracito", etc). Pero lo que es vestirse o desvestirse solo todavía no lo hemos conseguido. De todas formas el niño no muestra un especial interés por conseguir la autonomía en este campo en concreto, con lo que aunque siempre lo animo a que lo intente él al menos una vez, a veces me pide que lo haga yo. Tigriteando incluye en este campo la posibilidad de dejarles elegir, y de preparar el armario para que tengan acceso a su ropa de manera independiente. Con esto hemos hecho un intento hace poco. He dejado unas pocas prendas a su alcance para que pueda practicar vestirse o elegir qué ponerse si quiere, pero de momento no muestra demasiado interés con lo que solo hace uso de esa parte del armario si yo se lo recuerdo. Con esto, como en todo, lo mejor en mi opinión es tener claro el objetivo pero siempre supeditado a seguir el ritmo del niño. 

2. Alimentarse: Al igual que Bei, la autora de Tigriteando, recomiendo encarecidamente el Baby-Led Weaning para desarrollar la autonomía del niño a la hora de comer. Fue una de las decisiones que tomamos sobre la crianza de nuestro peque de la que más satisfechos estamos. Desde que empezó con la alimentación complementaria, las horas de la comida con él han sido un placer. Ponerle la comida delante, en la bandeja de la trona al principio, y dejarlo que comiera/explorara a su ritmo, sin tener que darle de comer, fue una auténtica maravilla. Es un método muy sucio, el niño y todo alrededor se ensucia y mucho. Al principio ponía bolsas de plástico abiertas debajo de su trona, o debajo de la silla del restaurante cuando salíamos a comer fuera, para que recoger fuera más rápido, y también para poder volver a ofrecer un trozo de comida que se le hubiera podido caer al suelo. Para mí es imprescindible una trona ultra fácil de limpiar (nosotros tenemos la de Ikea, y no podemos estar más contentos con ella) y un buen surtido de baberos con manga bien grandes, que tapen al máximo. Hoy por hoy, compartir mesa con nuestro hijo es prácticamente igual que compartir mesa con un adulto. 

En este campo, Bei también incluye el acceso a platos y cubiertos para poder poner la mesa, o una silla/trona de la que puedan subir y bajar de forma independiente. Lo de la trona no lo hemos aplicado porque primamos que fuera fácil de limpiar y barata, pero lo de darle acceso a platos y snacks lo hemos aplicado en cierta medida. Nuestro peque tiene un armario accesible para él en el que están guardados sus platos y cuencos (de plástico), y también tiene acceso al frutero donde poder servirse alguna pieza de fruta si tiene hambre. No es la situación ideal que describe Bei, pero estamos en ello. Lo que sí que hemos incluido nosotros, y que creo que ha sido un gran acierto, es una torre de aprendizaje para que pueda tener acceso a lo que hay en la encimera (bajo supervisión, por supuesto). Esto le ha permitido participar en la elaboración de platos sencillos, como galletas caseras o tortillas francesas.

3. Higiene personal: En este campo quizás esté mostrando menos interés por su autonomía. Le preparé el bidé como si fuera un lavabo para él, con un colgador de toalla y un mini espejo (demasiado mini, quizás), para que pudiera lavarse las manos de forma accesible e independiente. Estamos en ellos también, lo usa muy esporádicamente y siempre con mi ayuda. También tiene escalones para poder acceder al lavabo grande, o al wc, y desde que cumplió el año pusimos a su alcance orinales para poder darle la opción de usarlos si quería en algunos momentos puntuales a lo largo del día. Suelo dejar que se cepille los dientes solo, aunque periódicamente se lo hago yo para asegurarme que se hace más a fondo. En el baño de momento le enjabono yo. Si me pide hacerlo él, le dejo, pero si no, me gusta hacerlo yo. Se está haciendo mayor a pasos agigantados, y es un momento del día que me apetece ser yo quien lo cuida.


4. Ayudar en casa: le compré un set de limpieza tamaño mini para que pudiera ayudar, pero la verdad es que no le hace mucho caso (o sí, pero para otras funciones). Lo que sí acostumbra es a recoger las cosas que derrama. Muchas veces nos sorprende yendo él solo, de motu proprio, a por una toallita o a por una servilleta porque se le ha vertido un poco de yogur o de zumo en la mesita del salón. Pero tenemos muchas asignaturas pendientes en este campo. Recoger sus juguetes es una de ellas, por ejemplo. Pero todo se andará.

5. Jugar y 6. aprender jugando: Tanto Montessori como RIE (ya os sonarán estas siglas, porque compartiré muchos artículos de esta filosofía) abogan porque el juego debe seguir siempre la iniciativa del niño. La autonomía en el juego para mí significa que la iniciativa siempre es suya. Los juegos parten de él, y yo los observo y en caso de participar es haciendo lo que él me pide. La mayoría de las veces él se conforma con que esté presente mientras él juega, en esos casos solo intervengo si viene a enseñarme algo, o si me mira, o si se dirige a mí para lo que sea. Si no, simplemente observo en silencio. De esta manera se pretende fomentar la creatividad natural del niño. Procuro evitar ser yo quien plantea el juego, procuro también evitar corregirle cuando está jugando con algo de forma distinta a como yo lo haría. Evito decirle cosas como "así no, mira, yo te enseño, así." RIE va más allá, y aconseja no explicar nunca a los niños cómo funciona un juguete y dejar que sean ellos quienes lo descubran por sí mismos. Defiende que de esta manera ellos obtienen la satisfacción de descubrir en lugar de ser enseñados, y que también se les da la oportunidad de pensar por sí mismos en usos distintos a los que fueron creados. En esto RIE y Montessori difieren bastante, ya que la pedagogía Montessori presenta los materiales (no son juguetes, son materiales para aprender, el juego es el método de aprendizaje natural para los niños), y al menos una vez enseña cómo se utilizan correctamente. Donde sí están de acuerdo, es en nunca interrumpir a un niño concentrado en el juego. El juego es sagrado. Esto no significa que si está jugando y es hora de ir a comer nos tengamos que esperar eternamente hasta que el niño lo considere, ni mucho menos. Pero sí implica tener la consideración de que está haciendo algo muy importante, y actuar como actuaríamos si fuera un adulto trabajando a quien estuviéramos interrumpiendo. Esto significa observar antes de interrumpir, y esperar a una transición entre actividades o a un momento de pausa. Esto significa también avisar con algo de tiempo, para que pueda ir cerrando la actividad de manera paulatina y no abrupta. 
          
Lo que no hemos conseguido aplicar nunca ha sido las normas de uso de los materiales montessori, que consiste en que los materiales se sacan de uno en uno, y siempre se guardan después de usarlos y antes de sacar el siguiente. Tal vez algún día vuelva a intentarlo, pero de momento, la habitación termina llena de juguetes por todas partes cuando tiene una buena sesión de juego.

En esta categoría yo incluiría el desarrollo motor que se realiza a través del juego. En este sentido, nosotros le hemos dejado siempre cierto espacio para que valore por sí mismo el riesgo. Evitamos darle la mano en situaciones en las que vemos que tiene capacidad para desenvolverse por sí mismo con riesgo mínimo. Nos solemos quedar cerca, por si acaso, para parar la caída y que no se haga demasiado daño, pero por regla general le dejamos hacer. Con esto obtiene una mejor capacidad para valorar el riesgo y sus capacidades, y una mayor autoestima al ver que es capaz de conseguir lo que se propone por sí mismo y con su propio esfuerzo. 

7. Leer: Nosotros creamos un par de rincones de lectura, en su habitación y en el salón, con libros de cuentos a su alcance y con la portada a la vista en lugar del lomo, para que sea más atractivo. Esto le da autonomía para escoger cuentos, y en teoría para al menos ojearlo, pero en la práctica, lo que a él le gusta es que se los contemos nosotros, así que lo que hace es coger los libros e ir trayéndolos para que los vayamos viendo. La facilidad para cogerlos implica también la facilidad para volverlos a colocar. 

8. Crear: nuestro peque tiene acceso a rotuladores de colores (lavables, por supuesto) y hojas de papel, por toda la casa. Le gusta mucho dibujar. En general, Montessori y RIE indican que es mejor evitar que sea el adulto quien dibuje para el niño, porque considera que así se está coartando la creatividad del menor. Yo he querido evitar dibujarle cosas, porque sí que noté que cuando alguien le dibujaba algo mientras él estaba pintando, dejaba de hacerlo para observar lo que hacía el mayor y luego insistía en que siguiera dibujándole diferentes cosas. El caso es que disfruta mucho cuando alguien dibuja algo que él pide, y es difícil resistirse a esa alegría, así que al final, poco a poco, hemos ido sucumbiendo todos a sus deseos. No es lo más recomendable si lo que se pretende es fomentar la creatividad, desde luego, porque al final lo que el niño hace es intentar reproducir los dibujos que hacemos los mayores, pero bueno, ya he dicho al principio que no hemos conseguido seguir los consejos que leemos a la perfección.

9. Responsabilizarse de otro ser vivo: Si tenéis plantas en casa, es ideal que los peques se encarguen de regar. Es una actividad asequible para ellos y que les encanta. Y si tenéis mascotas, pueden encargarse de ponerles el agua o la comida. Nosotros actualmente no tenemos ni plantas ni mascotas en casa, así que poco hemos hecho en este aspecto. 

10. Convivir: En las escuela montessori se practica mucho lo que ellos llaman Gracia y Cortesía, que es entre otras cosas decir "por favor", "gracias", y "lo siento". En mi experiencia, la mejor manera de conseguir esto es con el ejemplo de los mayores. Nosotros usamos muchísimo esas tres expresiones, muchísimo, entre nosotros y con el peque. De hecho, hemos sustituido los "muy bien" por las "muchas gracias" cuando hace algo que nos facilita la vida. Es alucinante como se le ha pegado. No conozco a ningún otro niño de su edad que use tantísimo esas palabras. No llega a la perfección, muchas veces se le olvida, o no es consciente aun que en esa situación es pertinente tal o cual fórmula de cortesía, pero aun así es mucho. Y lo mejor es que lo hace sin que nadie se lo diga ya que evitamos forzarle a decir tal o cual cosa si no ha salido de él. Si alguien le regala algo y él no da las gracias, somos los mayores los que damos las gracias en su nombre, muy efusivamente para que él se de cuenta de que en ese momento era lo apropiado. Y lo mismo con el resto. 
        
Para mí también es un placer escucharle preguntar "¿estás bien? ¿te has hecho daño? ¿necesitas ayuda?" cuando alguien se ha hecho daño. Es lo que nosotros le decimos cuando se cae, en lugar de los tradicionales "ea, ea, ya está, no ha sido nada". En general, con esto como con tantas cosas, la clave está en ser un buen modelo para él.

El post de tigriteando menciona la Mesa de la paz como herramienta para resolver conflictos. De momento no las hemos implementado en nuestra casa, y tampoco tengo la sensación de que a día de hoy las hayamos echado de menos.

11. Dormir: En la filosofía Montessori, las camas bajas son casi imprescindibles. En general, Montessori aboga por hacer accesible todo lo que incumbe a la vida del niño, así que la cama no podía ser menos. Nosotros tenemos la cama del peque montada desde que tenía un año y ya tenía total movilidad. Más o menos por esa época empezó a dormir la siesta en ella, y unos meses después empezó a dormir por la noche también, hasta entonces, ambas cosas las hacía en nuestra habitación ya que practicábamos colecho. Lo bueno de la cama baja, en su caso en realidad es simplemente un colchón sobre un somier en el suelo, es que le da total autonomía para levantarse. Esto significó que cuando se despertaba de la siesta, salía tranquilamente de su habitación sin necesidad de llamarnos para que fuéramos a por él. Y lo mismo por la noche, cuando se despertaba en mitad de la noche, en lugar de empezar a llorar para que fuésemos a su cuarto, se levantaba y venía a nuestra habitación. 


Actualmente conservamos la cuna de colecho adosada a nuestra cama. Esto nos permite tener más espacio para los tres cuando decide pasarse a nuestra habitación. Para nosotros, a día de hoy, es una situación ideal que respeta las necesidades de toda la familia. El peque pasa la primera parte de la noche en su habitación, con lo que los mayores podemos hacer vida normal, y cuando se despierta y ya estamos los mayores durmiendo también, viene por su propio pie a nuestra cama de forma que solo tenemos que cogerlo en brazos, dejarlo en su cuna y seguir durmiendo. De esta forma todos descansamos y el niño tiene cubierta esa necesidad de contacto con sus padres durante la noche.


En el post de Tigriteando tenéis un montón de fotos con ideas de cómo implementar estas maneras de fomentar la autonomía en vuestras propias casas. Además de enlaces a otros artículos que os pueden servir para profundizar en el tema. La filosofía Montessori es una de las cosas que más me ha influído, aunque no haya aplicado al 100%, a la hora de fomentar la autonomía de mi hijo. Espero que os haya resultado interesante. 


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